Bullfight (1955), de Shirley Clarke

24.10.2020

Como en otras películas de Clarke, el movimiento y el ritmo son los ejes del film. Inscripta en el movimiento avant-garde de los 50' y deudora de las primeras películas de Maya Deren, Bullfight se desarrolla mediante un montaje alternado de dos acciones a priori independientes entre sí, como la disputa del torero con un toro en la arena y la danza de una bailarina (interpretada por Anna Sokolow, maestra de Clarke). La disrupción de la continuidad en Bullfight radica específicamente en ese montaje, en el cual asignamos a dos actividades aparentemente disímiles una conexión estrecha; parte de esa conexión está dada por la conectividad de los cuerpos, por un lado el de la bailarina -quien justamente aparece como espectadora del otro show en la arena, mostrando su rechazo con movimientos tomados de la danza- que ejecuta movimientos abstractos pero que al ser alternados con imágenes de la lucha entre el torero y su víctima adquieren otro matiz, el de la reacción de los cuerpos ante la violencia o la agresividad. Asimismo, arriesgar una interpretación de la danza carece de sentido en estos términos, aunque si hubiera que establecer un lazo narrativo podría pensarse en dicha danza como una extrapolación de las sensaciones de aquella mujer en las gradas de la arena, sufriendo en carne propia las vejaciones del enfrentamiento entre toro y torero.



Posteriormente, Clarke va a seguir trabajando con el efecto del montaje sobre el movimiento, y va a enfocar su objetivo sobre la metamorfosis de la imagen o la modificación y perturbación de los mecanismos convencionales de narración visual como en Brussels loops (1957) y la celebrada Bridges-go-round (1958).

Es mejor mirar al cielo que vivir en él. 
(Truman Capote)
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