Empoderamiento nocturno o Cazando monstruos en Bad City. A girl walks home alone at night, de Ana Lily Amirpour

03.04.2023

por Emiliano Aguilar

Una joven iraní pasa las noches recorriendo las calles de Bad City -un pueblo ficticio- en busca de almas pecadoras, de hombres que hayan abusado de su posición para someter a sus víctimas. Esta chica –cuyo nombre jamás se especifica, por lo que la llamaré La Chica- se comporta como una vigilante, una suerte de antihéroe cuyo objetivo es hacer justicia por mano propia.

Su directora Ana Lily Amirpour definió a la película como un muestrario de las múltiples facetas que puede tener el personaje de un vampiro. El presente trabajo intenta dar cuenta de cómo esas facetas se muestran a lo largo del film, y de qué manera mediante el estilizado trabajo técnico la narración establece que, tanto la mirada americana como la iraní representan dos caras de una misma moneda: el prejuicio contra la liberación femenina y la segregación tanto racial como sexual. Desde este punto de vista, la película plantearía que la conducta social prejuiciosa americana es similar o equivalente -en relación a los efectos sociales sobre la mujer- a la conducta social iraní.

La chica es un ícono de liberación femenina, pero… ¿Por qué La chica puede considerarse como tal si camina por las calles cubierta por una túnica que le cubre la mayor parte del cuerpo? ¿Lo hace por elección propia? ¿Ella misma decide NO MOSTRAR su cuerpo? Al igual que la adolescente de la maravillosa Persépolis, La chica escucha música new wave o rock alternativo y anda sola de noche, dos cuestiones alejadas de mujeres pertenecientes al credo del islam; esto es algo con lo que se juega desde el título mismo, como algo provocador. Es menester recordar que no estamos en un pueblo islámico cualquiera, sino en Bad City, pueblo ficticio.

Y Bad City no es un pueblo como cualquier otro. Las calles están casi siempre vacías, la iluminación de noche suele ser tenue, y las fiestas puertas adentro permiten todo tipo de exceso. En este pueblo, como en muchos otros, ocurren situaciones de maltrato, particularmente de hombres hacia mujeres o hacia otros sectores marginados, fundamentalmente personas trans y trabajadores sexuales. La chica tiene varias oportunidades para hacer justicia castigando a quienes cometieron esos maltratos, y su manera de conseguirlo es atacándolos a la manera de una vampiro, mordiendo sus cuellos y succionándoles la sangre. De esta manera, la película sugiere un estado de gracia en el cual una mujer se encarga de hacer justicia, puesto que el sistema patriarcal –el mismo que contiene en este pueblo a trabajadores sexuales, personas transgénero y gente sin hogar marginados totalmente de su sociedad- se ha mostrado disfuncional, con lo cual es inevitable la introducción de una figura que venga a resolver estas cuestiones.

Bad City, el pueblo ficticio

Ahora bien, ¿Qué es un vampiro?

Una de las principales características de este texto fílmico son los personajes arquetípicos. En la película los hombres son libidinosos, violentos o manipuladores; hay hombres preocupados por su imagen, y otros abocados al consumo excesivo de sustancias prohibidas. La película nos muestra personajes femeninos sometidos por su aparente debilidad, como también a otros caracteres que sufren el abuso patriarcal –las ya mencionadas mujeres trans y trabajadores sexuales. Más allá de este pool de actores que sirven de excusa para configurar un mapa de acción para la protagonista, el texto busca re-pensar la figura del vampiro en función de cómo está presentada La chica.

Mientras escribía este texto, la hipótesis que me planteaba en un principio dejó de ser lo más importante, y el tratamiento del vampirismo moderno pasó a concentrar la mayor parte de mi interés. Entonces, retomando lo dicho por Amirpour, me pregunté qué facetas puede tener un vampiro. Sabemos que un vampiro es un ser sobrenatural, no-muerto, y, como expresa la autora Michelle Le Blanc, presenta "exageraciones y extensiones de los sentimientos y habilidades de un ser humano" (Le Blanc, 12). También sabemos que son seres nocturnos, y que de acuerdo con la evolución del personaje en la cultura popular, son seres que se alimentan de los vivos; esto último se manifiesta casi siempre mediante el acto de chupar la sangre de sus víctimas. Sin embargo, de estas características, sólo algunas se evidencian en el personaje de La chica: reconocemos en ella un carácter sobrenatural y una habilidad única por cuanto tiene la capacidad de desaparecer de un lugar y aparecer en otro de manera instantánea. Además, sólo la vemos de noche y, por supuesto, ataca a sus víctimas y les succiona la sangre. Pero eso es todo. La chica no carga con las mismas motivaciones que un vampiro tradicional. De hecho, está más cerca de un antihéroe clásico, del tipo de personaje que debe hacer algo "malo" para lograr un bien mayor. De ahí que se suela tildar a esta película como un western. Julia Kristeva define al crimen como algo abyecto, puesto que "pone la atención sobre la fragilidad de la ley" (Kristeva, 4), puntualizando que la abyección puede ser hasta inmoral y causar terror, con lo cual esos seres sometidos se encuentran en una auténtica situación de miedo por sus vidas. Es esa fragilidad la que La chica percibe en las víctimas de estos abusos y que busca subsanar mediante sus actos de justicia.

En este punto se reconoce un movimiento radical en la construcción de la protagonista, ya que es evidente que se intenta mostrar a una chica vampiro como algo diferente a esa "femineidad-monstruosa" construida por la mirada prejuiciosa que siempre se tuvo en el cine sobre las mujeres vampiro. Al mismo tiempo, y de acuerdo con un ensayo publicado recientemente por la crítica Barbara Creed, desvía un poco el foco de la "demonización de Irán y el surgimiento de la Islamofobia" (Creed, 86) a partir de los ataques del 11 de Septiembre en Estados Unidos -y por extensión en el resto de occidente-, para invertir esa idea arquetípica y clasificadora en términos raciales.

Bien, hablábamos de facetas de un vampiro, y es necesario mencionar algunas. Los vampiros son seres muy sexualizados: por lo general a través de sus actos se canalizan los deseos sexuales reprimidos de sus víctimas o bien se representan cuestiones relacionadas con el sexo que se consideran tabú. Aunque esta película jamás es del todo explícita en términos de imágenes sexuales, es interesante cómo La chica erotiza sus encuentros con el sexo masculino, particularmente con el gesto de chuparles los dedos en una demostración de control sobre lo fálico. Además, luego de cada ajusticiamiento La chica vuelve a su casa y se da un baño cálido, y la representación de ello es muy potente y directa puesto que no sólo se erotizan algunas de las zonas erógenas de su cuerpo, sino que se nos propone una suerte de metáfora visual con ese humo saliendo copiosamente de las fábricas y esas máquinas realizando un repetido movimiento de vaivén que emularían al acto sexual de penetración y eyaculación. Esta es una imagen revolucionaria o al menos transgresora, puesto que focaliza la mirada sobre una mujer islámica altamente sexualizada, cuyo goce surge a partir de un acto violento cometido sobre un hombre, y más específicamente, sobre un hombre heterosexual, dominante o patriarcal.

La Chica erotizada y erotizante 

La introducción del muchacho como interés romántico contribuye a centrar el relato en la sexualización femenina. Disfrazado nada más y nada menos que de Drácula, el muchacho y la chica se seducen poco a poco e incluso hay una escena en la que mientras ambos disfrutan de escuchar música en la habitación de ella, se da un sutil juego de seducción en el cual no hay pasiones desenfrenadas sino miradas, posturas y apropiamientos paulatinos del espacio que está compartiendo. Esta escena es importante para comprender el lugar de La chica en la relación puesto que es ella misma quien le propone ir a su casa, luego de conocerse en la calle y con él personificando al mismísimo Drácula –con lo que esa figura impone en el imaginario colectivo-, en un acto contrahegemónico que rompe con ese lugar común del hombre insistente con llevar a la mujer a su cuarto; asimismo, se pervierte la noción de un Drácula dominante y arrasador, mostrando al muchacho en una situación de vulnerabilidad a diferencia del monstruo de Bram Stoker. No menos importante, es que no vemos escenas de sexo entre ambos. Ellos conectan en la medida en que participan de ese juego de seducción; en este punto se puede afirmar que el muchacho es un personaje feminizado, tanto por su cuidado al tratar a las mujeres como por la relación de dependencia y preocupación por su padre. Y aquella escena de seducción contrasta con la agresiva puesta en escena de Saeed, otro personaje masculino que en una escena anterior, tras llevar a La chica a su casa, intenta un juego de seducción que no tiene nada de sensual y que parece más un ritual de apropiación con vista al único objetivo de poseer ese cuerpo femenino.

Los vampiros son por obvias razones seres solitarios. Si un hombre vampiro está condenado a aislarse de la sociedad, una mujer vampiro estaría doblemente aislada, por vampiro y por mujer, al menos en el tipo de sociedad en el que se plantea esta narración. Así, La chica es un ser solitario, aunque no por ello triste o melancólica; al contrario, escucha música posmoderna, colecciona afiches como cualquier adolescente e incluso anda en skate por el medio de la calle con total tranquilidad; esta actitud arroja otro guiño contracultural, al ver a una mujer tomando posesión o sintiéndose dueña de las calles durante la noche. Su cualidad de "diferente" es exacerbada de manera ridícula por medio de un comentario que el muchacho le hace, al decirle sorprendido que "nunca había conocido a nadie que no le gustara la hamburguesa", otro gesto contestatario y anti-hegemónico por lo que significa la hamburguesa como ícono del dominio americano.

Por otra parte, se suele relacionar al vampiro con enfermedades de transmisión sexual y con la frontera entre la vida y la muerte. Esto no es siempre visto de manera negativa, ya que hay muchas historias en las que el vampiro busca propagar su estirpe como si estuviera otorgando un don a sus víctimas, el de la vida eterna. La chica no tiene estas intenciones: ella simplemente ataca cuando lo considera necesario, elige a sus víctimas, y aún así tiene el don de la piedad o el de la diversión, ya que asusta por demás a un pequeño para advertirle que no se convierta en el mismo tipo de hombre abusivo que abunda por el pueblo. En la película además está ausente la noción de Némesis, ya que como el final es abierto y no se puede decir con precisión qué sucederá con los protagonistas, podemos afirmar que La chica no tiene un enemigo o una contrapartida equivalente, alguien que pueda sofocar sus intentos de hacer justicia por mano propia. Podríamos pensar que su Némesis son los hombres que maltratan mujeres, pero en la película en ningún momento se los plantea como "competencia" o como "peligrosos" para su propia subsistencia, con lo cual estamos en presencia de un ser que no sólo es potencialmente inmortal –por ser vampira-, sino también invulnerable (hasta donde nos muestra la película, insisto). A pesar de ello, el final carga con cierta ambivalencia, dado que no sabemos cómo se comportará la chica una vez que abandone Bad City en compañía del muchacho.

Opresión

Una manera de analizar esta película desde lo estético podría ser a partir de la elección de los encuadres. La fotografía está empeñada en resaltar la soledad de sus personajes por medio de cuadros que por momentos son descripciones realistas, y por momentos trabajos pictóricos de enorme sutileza, en los cuales la figura antropomórfica se vuelve el centro del plano –pero no siempre, puesto que también puede correr la mirada hacia los márgenes de dicho cuadro. Tanto el blanco y negro como la composición del cuadro acentúan esa soledad de la figura central, enfatizando mediante esa opacidad la ausencia de diversidad –por supuesto, la fiesta es un lugar de lo contra-cultural, en el que se dejan expresar acciones y situaciones que no son propias de la vida diaria en el pueblo. El muchacho pierde a su padre, toma lo que tiene de valor y se marcha de la casa; tras esto, su figura aparece a través de un largo corredor, una silueta apenas distinguible aunque obviamente se trata de él, puesto que la continuidad así nos lo da a entender. Su figura, entonces, resalta negra sobre un fondo blanco encuadrado, mientras que las paredes enfatizan esa sensación de encierro que era su vida. En este sentido, el ajusticiamiento de su padre por parte de La chica es liberador, puesto que rompe esas cadenas imaginarias que lo ataban a él y le permite elegir su camino lejos de ese lugar que lo tenía como un ser feminizado, sometido al cuidado de su padre. Sin embargo, en la última escena en la que ambos se encuentran dentro del auto, cada uno por su lado, sin emitir palabra, también puede reflejar diferentes tipos de encierro: desde la posibilidad de convertirse él en un vampiro hasta la idea de perder esa soledad con la que la chica se sentía cómoda… la película, por supuesto, parece sentirse cómoda en esa zona de incertidumbre.. Y es que, justamente, este encuadre nos obliga a pensar en personajes que, por un lado, se hallan oprimidos por el contexto en el que viven, y que a raíz de ello buscan una salida o un escape como solución. ¿Quiere La chica realmente escapar? Del mismo modo, ¿por qué o qué caminos eligen los oprimidos para resistir? (pensando en, por ejemplo, mujeres que insisten en hacer valer sus derechos o bien personas que eligen quedarse en lugares en los que son discriminados). Es un interrogante que queda abierto.

El vestuario de La chica es impactante, porque lejos de ser un objeto que le impone límites sociales, ella logra resignificarlo y convertirlo en, por decirlo así, una vestimenta de superhéroe, salvando las distancias. Para explicarlo mejor, cada vez que La chica aparece ante un hombre solitario en la calle, éste la ve como una mujer más, un objeto de sometimiento; sin embargo, La chica complejiza el significado de la capa; quizás, no podría cometer los mismos crímenes sin ella, y de hecho no lo hace. Sólo hace justicia con la vestimenta puesta: le da otro valor, o quizás lo utiliza para dar a entender que debajo de ese objeto puede haber una mujer que resista el golpe y lo devuelva con toda intensidad. La combinación de estos y otros factores como la preocupación de la chica por maquillarse, y esas tomas intimistas obviamente remiten a ciertos aspectos de la nueva ola francesa, como bien describe con más detalle Barbara Creed en ese ensayo que recomiendo especialmente.

La Chica sobre un skate con su chador o capa al viento, bajo un claroscuro nítido

Y hablando de aquella nueva ola, en la película abundan los momentos de silencio, desolación e incertidumbre. La dinámica del relato favorece la contemplación por encima de la acción, estando casi elididos los momentos de mayor violencia. Tampoco podemos ignorar el estilo deudor del western, especialmente en esa idea de la protagonista como una outsider, y con una banda sonora que remite de inmediato al Ennio Morricone de los spaghetti westerns. Ese estilo se traduce en una referencia musical constante que atraviesa el relato y le da forma a esta figura que no pertenece al orden social ya construido pero que a pesar de haber tenido éxito en sus acciones acaba por irse, del mismo modo que los antihéroes de las películas del oeste. Baste pensar en John Wayne con Más corazón que odio, Gary Cooper en A la hora señalada o, mucho más acá en el tiempo, Jamie Foxx en Django sin cadenas. Más allá de esta referencia, la música en general tiene un tono ahogado, de opresión, en ocasiones debido a un insistente sonido de piano eléctrico o de sintetizador que resulta sofocante, y en algunos momentos como en la fiesta de disfraces, el sonido es hasta cautivante y capaz de mesmerizar, algo propio de las narrativas vampíricas.

Finalmente

El final no nos asegura la supervivencia de La chica, pero definitivamente no se ajusta a la típica narrativa de mujeres vampiro, quienes suelen ser ajusticiadas al final del relato, sino que la mantiene con vida. De esta manera la directora logra poner sobre la mesa el reverso de las historias de vampiros, es decir, por medio de una joven que transgrede y que también forma parte de esa figura protagónica que juega entre lo monstruoso y lo heroico, evidencia esa construcción social de lo femenino-monstruoso, de mirada sobre lo islámico en una sociedad patriarcal y en consecuencia de la mujer iraní como una figura doblemente sesgada cuyo poder permanece aún hoy en las sombras. Aunque no es una película que nos convoque de manera violenta, me parece que nos interpela a leer, nuevamente, el reverso de las relaciones de poder que colocan no sólo a la mujer sino a las minorías como marginadas u obstaculizadas producto de la opresión patriarcal aún imperante.


BIBLIOGRAFÍA

Creed, Barbara (2022). "Vampires, Feminism and Ethnicity", en Return of the Monstruous-Feminine. Feminist New Wave Cinema. Nueva York: Routledge, pp. 84-94

Kristeva, J. (1982). Powers of Horror: An Essay on Abjection. Nueva York: Columbia University Press

Le Blanc, Michelle y Colin Odell (2008). Vampire Films. Reino Unido: Pocket Essentials

Es mejor mirar al cielo que vivir en él. 
(Truman Capote)
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