El problema no son los ojos. Sentencia previa (2002)

21.03.2020

Minority Report. Dirección: Steven Spielberg. Basado en el relato homónimo de Philip K. Dick. EEUU, 2002. Guión: Scott Frank, Jon Cohen. Elenco: Tom Cruise, Colin Farrell, Samantha Morton, Max Von Sydow, Tim Blake Nelson, Kathryn Morris, Peter Stormare


El universo de Philip K. Dick se caracteriza por presentar personajes solitarios, con conflictos internos que los colocan siempre al borde del abismo. Como sucede a menudo en la literatura, muchas de las preocupaciones de los personajes derivan de las propias inquietudes del autor en relación al mundo en el que habitó. Minority Report no es la excepción: aquí se perciben varios de los grandes temas que estructuran la obra del escritor estadounidense, en especial la paranoia: al visualizarse un futuro crimen en el que John Anderton -integrante de la organización Precrimen- es su perpetrador, éste elucubra una teoría conspirativa en la que él sería una víctima del sistema a quien usar como chivo expiatorio, conspiración de la que forman parte grandes instituciones como el senado y el ejército. En Anderton se observa cierta inseguridad respecto de su posición. Parte de esa inseguridad se refleja en su postura ante Witwer, quien pasa de ser un colega dispuesto a competir con él a un ayudante en su propósito por descubrir la verdad.Se puede leer este relato en función de varias aristas, como la dicotomía entre el pensamiento mayoritario y el acallamiento a las minorías -aún en estado latente para 1956, año en que fue publicado-, o bien pensando en el miedo a la invasión externa, que llevó a Estados Unidos a una fuerte persecución sobre aquellos que tenían diferentes ideales.La película insiste sobre la saturación visual que produce una sociedad hipertecnificada; el punto de vista de cada sujeto está ampliamente influenciado por un bombardeo de imágenes que dificulta cada vez más su procesamiento y la capacidad de configurar la realidad. La tonalidad de la imagen sirve para anclar el relato en una época que futura (es el año 2054), pero también alude a la mentalidad de Dick, cuya configuración de la realidad está impregnada de lo desconocido, lo conspirativo, de esa realidad "otra" que estaría funcionando a expensas de la realidad primera, más superficial.

El ojo, como símbolo, va construyendo tanto explícita como implícitamente el sentido del relato. Desde el plano inicial de la película cuando vemos el ojo de Agatha en un primerísimo plano, se establece la idea de un ojo-espía, aquello que nos permite acceder a una realidad primera, la de la configuración de lo sensible. A grandes rasgos, en Minority report se percibe el mensaje acerca del peligro de un uso desmedido de la tecnología. En la secuencia del primer posible crimen por Howard Marks, su mujer -ayudando a su hijo con un trabajo escolar- recorta el ojo de un papel con la cara de Abraham Lincoln; Lincoln quedándose ciego, una justicia que no está "mirando" lo que en realidad sucede por la aplicación de esos mecanismos del Precrimen.De manera más sutil habla la película de religión (ausente en el relato de Dick, quien se ocupará de lo sagrado más tarde en su obra, en novelas como Valis): el lugar donde descansan y tienen sus visiones los precogs -casualmente son tres al igual que en Dick, pero a diferencia del relato una de ellos, la más importante, es mujer- es llamado 'templo'; esas criaturas, acostadas sobre estructuras flotantes en líquido miran siempre hacia el techo, donde se reflejan las imágenes de sus visiones como si fuera un proyector. Agatha repite a Anderton una y otra vez "¿puedes verlo?", mirando al techo, y sólo el descubrimiento final nos da una posible respuesta de esa búsqueda por encontrar una justicia divina, distinta de la terrenal la cual esconde falencias. Por último, el guardián de la prisión aparece siempre tocando un órgano de iglesia. ¿A quién acompaña esa música? ¿A las víctimas o a los victimarios?

El problema del ojo se relaciona con la búsqueda: en Dick, de una verdad oculta, de quitarle las máscaras a aquellos que nos rodean. En la película, el ojo simboliza a la tecnología como herramienta de dominación y control sobre las minorías; efectivamente, es un instrumento de poder (basta pensar en 1984, de Orwell), si no es aplicada a conciencia. Michel Foucault lo advierte en Vigilar y Castigar haciendo hincapié en esa omnipresencia del que vigila para modelar individuos dóciles, aptos para integrarse a la sociedad. Así se comportan los hologramas publicitarios que identifican a las personas por sus ojos, y les aconsejan qué productos les conviene usar. O las arañas vigilantes que invaden los edificios obligando a cada habitante a dejarse escanear el ojo. Entonces, para engañar al sistema, Anderton se hace un trasplante de ojos: así evita ser reconocido. Pequeños detalles que determinan la falibilidad del sistema. El lema de Precrimen es que gracias a ellos nadie volverá a disparar un arma; paradojal o no, este sistema puede evitar dicha manifestación de violencia (objetiva, de acuerdo con Zizek) pero hay otro tipo de violencia que se mantiene más oculta, y sin embargo continúa. Entre los precogs, casi siempre hay una coincidencia y una disidencia: un informe de la mayoría, y otro de la minoría. Este último es descartado, escondido, ocultado a la sociedad, y con ello la verdad. Nuevamente, el ojo, problematizado en la mirada: qué vemos, porqué vemos de ese modo, hasta dónde nos dejan ver. A esos precogs, lejos de tener privilegios, se les ha llamado 'broma cósmica', al provenir de un experimento fallido: casi aberraciones. En el relato de Dick se los tilda de "idiotas que farfullaban palabras inteligibles", retratándolos como deficientes mentales, confinados y utilizados por el gobierno. Para él, la disputa no termina, Anderton y su mujer son exiliados a otro planeta, pero esa es una oportunidad de empezar de nuevo, lejos de una sociedad que controla todos sus pasos. Spielberg, propenso a finales felices, los trata de manera más terrenal pero más humana: libros en mano, asimilándose al ser humano corriente pero a la distancia, en una cabaña alejada de esa sociedad hipertecnificada. Como si hubiera oportunidad para ellos sólo en un mundo otro, no contaminado, en el cual puedan, realmente, ver.


Publicado por primera vez en letraceluloide.blogspot.com en Marzo de 2016 (Año 10, N° 51)

Es mejor mirar al cielo que vivir en él. 
(Truman Capote)
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