"True Love is letting go". Charly (1969)

22.03.2020

Dirección: Ralph Nelson. EEUU, 1969. Basada en la novela Flores para Algernon de Daniel Keyes. Guión: Stirling Silliphant. Elenco: Cliff Robertson, Claire Bloom, Lilia Skala, Leon Janney, Ruth White, Dick Van Patten.

Concebido inicialmente como relato para The Magazine of Fantasy & Science Fiction, Flores para Algernon fue llevado a la pantalla chica bajo el título "The two worlds of Charlie Gordon", y años después Keyes decidió extenderlo en una novela. Es inevitable dar cuenta de la diferencia desde lo narrativo: mientras que la novela está narrada en primera persona por Charly a través de una serie de 'Informes de Progreso' en los que se nos narra la totalidad de los acontecimientos desde su punto de vista, la película de Nelson se plantea el desafío de contar esa misma historia en tercera persona, en tanto observamos a Charly afrontar dichos acontecimientos.El cine ofrece la posibilidad de añadir la estética de lo visual. El poder de la imagen se reafirma desde varios procedimientos, por ejemplo en la gestualidad de Charly. La carencia de una voz en primera persona se suple con el recurso a lo iconográfico, que modifica la realidad circundante y da una idea de lo que pasa por su mente (varias escenas muestran una estética hippie, new wave, típica de las road movies de los años 60' y del formato televisivo, como la partición de la pantalla en cuadros, o la acumulación vertiginosa de imágenes, hasta la melodiosa banda sonora compuesta por Ravi Shankar).La novela gira en torno al problema del lenguaje; no sólo como medio de comunicación y transmisión de ideas (desde su dificultad para armar oraciones hasta la complejidad de sus estudios con fórmulas incluidas para resolver las dificultades de su evolución), sino también porque es el medio por el cual conocemos a los demás personajes: gracias a sus informes tenemos la chance de acceder al pasado y a la familia de Charly, de quienes en la película no sabemos nada.

 Mientras Flores para Algernon focaliza el peso del relato en el lenguaje, Charly lo hace desde la imagen. Así, mientras la novela trabaja mediante la palabra la descripción de sensaciones, impresiones y recuerdos reprimidos (a los que puede acceder sólo después de haber sido operado como si la memoria estuviera restringida para las personas con retraso madurativo), la película se concentra en la gestualidad de Charly (un soberbio Cliff Robertson, cuyas expresiones faciales y peinados logran 'disociar' al actor en dos seres diferentes), como también en ciertas licencias tomadas por la narración como la cámara haciendo un zoom determinado o a través de primeros planos sobre rostros (en particular de Alice) u otras figuras (el plano y contraplano entre la mirada deseosa de Charly y el trasero de Alice mientras ella corrige un escrito en el pizarrón); se observan marcas de la construcción del personaje en el vestuario (sombrero, campera al hombro), la postura desordenada al andar, y el habla: cuando tiene problemas para expresarse a menudo grita, mientras que al aumentar su intelecto sus expresiones son calmas. La película se esfuerza en ligar a Charly con la experiencia lúdica, tanto por sus repetidas visitas a la plaza como por aquella incursión en los autitos chocadores para descargar su impotencia. Otro recurso aplicado por la novela es la analepsis: Charly nos introduce, durante su evolución post-operatoria, a momentos de su infancia, en los cuales asistimos a disputas familiares suavizadas por su punto de vista. Sin embargo, desde esa inocencia percibimos con más dureza la realidad de una familia que se cae a pedazos ante la incapacidad de manejar esa situación, vivir con un muchacho que necesita más ayuda, o más paciencia, o más cariño, aquello que no encontraba allí.En una escena de Charly la Dra. Strauss observa que la comunidad científica se fija demasiado en el progreso intelectual del muchacho en detrimento del emocional: el film reafirma lo que en la novela es la búsqueda de explicaciones por parte del protagonista, la dificultad de relacionarse con las personas, la discordancia de lo intelectual y lo afectivo, y la sugerencia de que ni todo el aprendizaje racional posible podría llenar el vacío dejado por el amor. No es casual que Charly logre concretar el amor con Alice, al mismo tiempo que comienza su declive.

La referencia a Robinson Crusoe en la novela funciona como una analogía de todo el proceso y condensa lo que va a sucederle a Charly: Crusoe tenía muchas habilidades pero lo abruma la soledad; lo mismo con nuestro protagonista, para quien toda esa inteligencia no hizo más que colocarlo en una suerte de isla, inaccesible para las demás personas, ya sea por la distancia intelectual que él mismo marca como también por la desafortunada (pero, en un punto feliz) relación amorosa con Alice. Charly, como Crusoe, se embarca en un viaje cuyo destino es inevitable; vuelve a ser el de antes, ingresándose por propia voluntad al asilo Warren con la intención de "trabajar duro" para ser más inteligente, y vuelve en la película a jugar en el subibaja con otros niños, expresión feliz y pantalones que dejan las medias al descubierto, pero Crusoe ya no puede ser la misma persona y mientras vuelve a esa isla, esa isla lleva su nombre, como algo que nadie le podrá arrebatar: el recuerdo de haber estado allí, de haber sido SU lugar. Memoria que en Charly comienza a difuminarse. La memoria se dilata, las palabras se van fugando, y Charly vuelve al mismo lugar. Podría decirse que tuvo un aprendizaje; desde lo intelectual, seguro, aunque nada de eso le quedará. Desde lo emocional, algún descubrimiento, la fugacidad de un amor real (más real de lo que muchas personas experimentan en toda una vida), pero tal vez eso tampoco le quede. Entonces como espectadores, cabe preguntarse... ¿ha sido un viaje para Charly, solamente? La película con algunos defectos, cotas de humor blanco y dosis de sentimentalismo, la novela con más crudeza y cinismo, la imagen y la palabra, la palabra y la imagen, nos invitan a experimentar ese viaje que es Flores para Algernon, y reflexionar qué nos queda a nosotros. Cuál es nuestro aprendizaje. ¿Es eso posible?


*Publicado por primera vez en letraceluloide.blogspot.com en Septiembre de 2016 (Año 10, N° 54)

Es mejor mirar al cielo que vivir en él. 
(Truman Capote)
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