Wall-E (2008), de Andrew Stanton

18.04.2020

Creada por los estudios Pixar en un momento en el que la evolución del cine digital ya había dado grandes pasos, Wall-E se enmarca en un contexto político bastante conflictivo en el que Estados Unidos ha tomado ya represalias por los famosos ataques a su seguridad nacional, y dentro de un período del cine norteamericano en el que dominaban la taquilla las grandes "franquicias" propuestas en forma de saga, como El señor de los anillos, Harry Potter, las historias de Marvel como X-Men, Spider-Man (y, por ese entonces, se estrenaba también la primera parte de Iron Man), por lo que, si bien no puede pensarse a esta película como portadora de un discurso pacifista, sí está presente la impronta humanista propia de otras producciones de Pixar, característica que a su vez no la aleja demasiado del cine americano más comercial.

La película de Stanton trabaja con uno de los temas más recurrentes de la ciencia ficción en el cine, que es la decadencia de un mundo post-apocalíptico, arrasado y abandonado como consecuencia de los errores de las políticas de la humanidad. Es interesante cómo la película trabaja sobre ciertos tropos típicos del género, como la presencia del último ser sobre la Tierra (propio de clásicos como Soy leyenda) enmarcado curiosamente en dos figuras no-humanas, Wall-E -un robot- y la cucaracha que lo acompaña, remitiendo en parte a esa famosa creencia de que las cucarachas heredarán el planeta en un futuro distante. Una y otra vez, la noción de propiedad es algo que estará en disputa a lo largo del film, ya sea desde la idea de un planeta perteneciente a la humanidad, como la lucha por la vida encarnada en la pelea por esa planta que crece (metonímicamente, tal vez hay un poco de la idea del monstruo de Frankenstein que persigue la vida misma en las máquinas). Además, está presente la cuestión filosófica de la evolución de las inteligencias artificiales, desde la perspectiva de máquinas que buscan toman el control del destino de la humanidad, un poco a la manera de 2001: Una odisea del espacio de Stanley Kubrick; también, invita a pensar un poco en los peligros de la dependencia a los dispositivos electrónicos que hoy nos facilitan numerosas tareas. Finalmente, está el tema de los viajes interplanetarios sin fin (con resolución humanística, ya que los humanos pueden volver a su planeta de origen -aunque para muchos de ellos es un planeta extraño ya que nacieron a bordo de esa nave) propios de la literatura de género como Tau Zero de Poul Anderson o La Nave de Tomás Salvador.

Como es común en otras películas de esta productora, abundan las citas y referencias a otras películas. Es inevitable pensar en Hal 9000 de 2001... de Kubrick al observar la inteligencia artificial que controla la nave; Wall-E, quien colecciona objetos manufacturados que encuentra entre la chatarra que comprime, admira en una pantalla que conserva en su tráiler una película musical, un poco a la manera de un cine de Hollywood que aún añora la gloria de una época ya terminada. Eve, el otro robot protagonista de la historia, feminizado por el nombre o por el color blanco, remite a la figura bíblica no sólo por su nombre sino que es ella misma quien aloja en su interior a la planta que sería en cierta manera la "semilla", la llave para el regreso de la humanidad a su hogar.

Poco tengo para decir respecto de la animación digital; sólo que claramente es una técnica que acerca las imágenes a un realismo visual bastante alejado del dibujo animado -cuyas propiedades en muchos casos era la modificación, exacerbación o exageración de rasgos y características de los personajes o del paisaje-, con una paleta de colores muy a tono con lo post-apocalíptico y no tanto con lo pulp y la space opera (lo cual lo hubiera conectado un poco más con el estilo de cómics y demás), así que mi gusto por la película se relaciona no tanto por la técnica artística de ilustración sino por las ideas, las relaciones con el género de ciencia ficción y la dosis -justa, a mi entender- de humanismo que impregna todo el relato, incluyendo el positivismo y la confianza en la humanidad.


*escrito originalmente en Octubre de 2016

Es mejor mirar al cielo que vivir en él. 
(Truman Capote)
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